miércoles, 21 de noviembre de 2007

Están entre nosotros (Shutter) Pisanthanakun y Wongpoom

Estan entre nosotros (Shutter)

Mi breve opinión: me gustó mucho dentro de lo que es el género de películas de terror orientales. Interesante la idea de enfatizar el poder de la fotografía, es decir capturar una realidad mas allá de de la mirada habitual, lo cotidiano, y mostrar lo que nos genera ese extrañamiento. En este caso las manchas insinuando algo oculto que develandose en el registro fotografico van inspirando el temor. Lo desconocido, las apariciones generan realmente un miedo angustiante...está emparentado con las clásicas del género. Me recordo un poco un miedo infantil, ese mitos de que la fotografía captura “el alma”, y …las apariciones inexpicables en algunas fotos. Si les gustan las de terror no se la pierdan!! por otra parte es la primer producción de estos directores


Ficha técnica:

Shutter
Dir. Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom | 97 min. | Tailandia
Intérpretes:
Ananda Everingham (Tun)
Natthaweeranuch Thongmee (Jane)
Achita Sikamana (Natre)
Unnop Chanpaibool (Tonn)


Argumento:
Tun es un joven fotógrafo verá interrumpida su rutina por la aparición de lo insólito. Un accidente automovilístico será el inicio de este círculo maldito en el que el estigma se verá representado por extrañas apariciones en las fotografías que toma. A partir de ahí las manifestaciones de lo sobrenatural, como manda la tradición, irán de menos a más. No se espere aquí mayor novedad al respecto. Lo atractivo de la cinta es ese explicito acercamiento a través del mismo arte de capturar momentos en el tiempo y el espacio.

Crítica copada por Marcos Vieytes

La de Tailandia es una cinematografía industrial emergente a la sombra económica y estética de la desarrollada en Japón, Corea y, especialmente, Hong Kong, que por azares de la globalización (el acceso a soportes alternativos como el VCD o el Divx) está llegando hasta nosotros con cierta facilidad. Hoy cualquiera que se lo proponga puede conseguir películas como Bang Rajan (una épica melancólica sobre la lucha histórica real de unos aldeanos contra el poder imperial), Ong Baek (con el astro Tony Jaa siguiendo los pasos de Jackie Chan con un poco menos de humor y la misma creativa destreza física) o esa inasible mixtura de clase Z –cuyo título ignoro pues la copia circulaba con los créditos escritos en ruso– sobre un meteorito portador de demonios. Y también, claro, el film que nos ocupa: Shutter o Están entre nosotros, título que bien podría aplicarse a la realidad de este cine que se nos viene.

La película de Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom sigue el modelo genérico impuesto por el cine de terror japonés de los últimos quince años: un fantasma de sexo femenino y pelo negro, lacio y largo acosa a quien lo atropellara (cuando aún era humano) y luego se diera a la fuga sin siquiera mirar atrás. Pero aquí el énfasis está puesto en la relación entre la técnica (fotográfica) y la posibilidad que ésta nos abre de acceder a otras dimensiones de la existencia, otorgándole al usuario un conocimiento a la vez deseable y perturbador. Más allá de algunos efectos de montaje tramposos pero eficaces, Shutter mete miedo en serio gracias a la exploración de ese más allá que las fotografías del protagonista comienzan a revelar. Sobreimpresiones y manchas adquieren sentidos ominosos, y el contraste entre una cultura que practica la magia como ritual cotidiano y otra que viene imponiendo su credo tecnológico desde Occidente se percibe no sólo en el argumento sino también en la rústica textura formal de la película.

Este conflicto cultural se acentúa cuando la pareja protagónica, decidida a resolver el problema, busca los rastros de la víctima y las huellas de su origen. Dicha búsqueda los llevará de la ciudad al campo, del espacio urbano racional al espacio rural rarificado por tradiciones religiosas milenarias que los antepasados ya no comparten con las nuevas generaciones, del puro presente ciudadano a la noche oscura de los tiempos viscosos de la naturaleza. El malestar que subyace en Shutter es el de una identidad en descomposición y otra naciente cuyo tortuoso sincretismo es metaforizado por las sobreimpresiones fotográficas. Si en The Ring, de Hideo Nakata (modelo ejemplar de muchas de estas películas), una mancha de luz distorsionaba los rostros de los condenados, aquí lo que aparece en las fotos son los rasgos, difusos pero perceptibles, de alguien que no estaba presente a la hora de la toma pero sí a la del revelado. Revelación del otro (en tanto persona o mundo) mediante la técnica.

Otro aspecto original de esta ficción es que, aunque sabremos de unos crímenes en nombre de la justicia motivados por la típica venganza de un hecho del pasado, al fantasma parece importarle menos la aniquilación del que mira (el fotógrafo y, por añadidura, el espectador) que la convivencia con él. Si el noventa por ciento de los fantasmas cinematográficos de las últimas dos décadas procuran cumplir con su cometido para descansar en paz, éste prefiere imponerle a su víctima todo el peso (incluso literal) de su presencia. El reclamo de justicia es una excusa detrás de la que se oculta una razón más poderosa, relacionada con el instinto que nos lleva a todos a perseverar en nuestro ser, a afianzar nuestra identidad reflejándonos en la mirada de los otros. Esto hace que el final, sin ser violento, sea uno de los más atroces que yo recuerde en años. Hasta el amague alegórico se torna insignificante debido a la intolerable representación física de su valor simbólico. Ese solo instante ya vale el precio de la entrada de esta película que de principio a fin dice mucho más de lo que se propone, y entretiene tanto como promete.

Marcos Vieytes

Death Proof - Tarantino

Mi breve opinión: Death Proof, la nueva de Tarantino, estrenada en Abril en USA y en Agosto en España. Cuenta la historia de un loco que anda por las rutas buscando chicas lindas y Zas todo viene tranquilo y como siempre este director de pronto cambia el ritmo y la película es otra.... A mi me pareció lo menos interesante de su filmografía, si bien tiene su marca y sello personal, y supone además el debut de Quentin Tarantino como director de fotografía, pero…Vale comentar el porque de tanta “raya” y efecto de envejecimiento, que se puede apreciar muy bien en la web http://www.deathproof.net/ Tarantino nos lo explica: “Mi copia se construye como una especie de Frankenstein, a partir de diferentes fuentes. Así que un rollo puede ser un tanto mierdoso, gastado, sucio y luego otro rollo puede ser Technicolor. Esa es la sensación que busco.” Es a la vez una película slasher, una película de coches, una película de acción y una película de Quentin Tarantino.



Ficha técnica:

Dirección y guión: Quentin Tarantino.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 113 min.
Género: Acción, thriller.
Interpretación: Kurt Russell (Stuntman Mike), Sydney Tamiia Poitier (Jungle Julia), Rosario Dawson (Abernathy), Vanessa Ferlito (Arlene), Jordan Ladd (Shanna), Rose McGowan (Pam), Tracie Thoms (Kim), Mary Elizabeth Winstead (Lee), Zoë Bell (Zoë), Omar Doom (Nate), Michael Bacall (Omar), Eli Roth (Dov), Quentin Tarantino (Warren), Monica Staggs (Lanna), Michael Parks (Earl).
Producción: Elizabeth Avellan, Robert Rodriguez, Erica Steinberg y Quentin Tarantino.
Fotografía: Quentin Tarantino.
Montaje: Sally Menke.
Diseño de producción: Steve Joyner y Caylah Eddleblute.
Vestuario: Nina Proctor.
Estreno en USA: 6 Abril 2007.
Estreno en España: 31 Agosto 2007.


---->Las críticas que coinciden prácticamente con mi opinión, son estas dos:

DEATH PROOF ___Grindhouse: Death Proof - Luis Jiménez.-
A sabiendas de que en Europa hemos sufrido el varapalo de tener que ver este concepto por separado, encima nos hemos encontrado con que Planet Terror se ha estrenado antes que esta Death Proof, aun siendo ésta última la inauguradora del doble programa Grindhouse. Creo que sobran los comentarios.

Death Proof es complicada verla aisladamente o como película independiente de Planet Terror, más que nada por su escasísimo hilo argumental. Estamos en una época en la que ni siquiera nos vale que venga el nombre de Tarantino en los créditos para afirmar categóricamente que estamos ante una obra maestra o al menos, ante una película interesante. Lástima que Death Proof no sea el caso, pero más lástima da que muchos se agarrarán a aquella definición (Tarantino=buena película) para desmoralizar a los seguidores del cine de un bastante más honesto Robert Rodríguez.

Espero que muchos sepan perdonar a Quentin con esta jugada que se ha marcado, que muchos vemos más como un experimento (o capricho) que como una cinta seria y con las buenas intenciones de formar parte de una labrada carrera. A Death Proof le falta mucho para poder ser una simple película. Su historia no engancha y la mayor parte de su metraje deambula entre exhibiciones corporales femeninas y una intensa (aunque no menos aburridilla) persecución por carretera. Por lo demás no nos va a aportar nada nuevo y ni siquiera observamos la rúbrica del propio director en casi su totalidad. De aquí, me van a disculpar, pero Death Proof me parece quizá la cinta menos interesante del señor Tarantino.

Acostumbrado a reciclar viejas (y no malas) glorias del cine (Travolta, Pam Grier y ahora Kurt Russell), se permite incluso deleitarnos con alguna que otra escena que bien merece una atención (sobre todo las de la persecución que acapara los 40-50 minutos finales de cinta). Pero no nos llevemos a engaño, esta película si la viéramos junta, seguramente veríamos algun tipo de intención mucho más cinéfila que la meramente experimental. Desde aquí animamos a que tal tajo no sea una costumbre y de que cada cosa tiene una intención.


GRINDHOUSE - DEATH PROOF una crítica del film, por Alejandro Franco

Grindhouse es el proyecto de un film doble que se les ocurrió a Tarantino y Rodriguez mientras veían un doble programa en video (Dragstrip Girl y Rock All Night). A ambos directores los une el amor al cine y pronto pusieron manos a la obra para crear una película que homenajeara al cine de variedades, filmes de clase B (y Z) que se exhibían sin parar en las salas de barrio. Al proyecto se sumaron amigos como Eli Roth - que aquí hace una graciosa parodia de filmes slasher como Halloween - y Rob Zombie entre otros, y el brainstorm creativo resultó imparable. Prácticamente cada director involucrado en el proyecto - fuera en los filmes principales o en los falsos trailers - quedó prendido con la idea y con la posibilidad de expandir la misma en secuelas, e incluso montar los filmes completos que los cortos falsos publicitaban.
Pero a pesar de todo el romanticismo (y el entusiasmo juvenil), Grindhouse terminó siendo un fracaso, cayendo en una temporada atiborrada de tanques en la taquilla (Spiderman 3, Transformers, Shrek 3, Piratas del Caribe: En El Fin del Mundo, etc), con lo cual no recuperó ni la mitad de los 53 millones de dólares de presupuesto, y Dimension Films decidió partir el film en dos para su estreno en mercados internacionales, algo que hasta ahora ha dado resultados inciertos. Las causas del fracaso de Grindhouse deben verse en que, por su naturaleza, es un film de culto - y por lo tanto, de minorías -. Otra razón puede achacarse al público norteamericano que es un completo ignorante (mucha gente se iba del cine ni bien terminaba Planet Terror, sin esperar al film de Tarantino). La crítica la alabó en su mayoría. Pero comercialmente terminó por ser un fracaso.

Stuntman Mike y su afición en los ratos libres
Uno puede tomar posiciones respecto a por qué Grindhouse no tuvo éxito, y decir que fue una película incomprendida. Pero la realidad es que se trata de una película demasiado larga, con cosas brillantes pero también enormes fallas. Obviamente cuando llega la acción es enormemente entretenida, pero la misma es precedida de demasiados tiempos muertos (o no muy interesantes). Uno puede dirigir un film pulp de manera espectacular, como los westerns de Sergio Leone. Robert Rodriguez parecía en un momento ser el heredero de Leone; pero su Planet Terror es bastante tímido - hasta el clímax -, sin definirse entre la sátira o seguir las reglas del genero. Y mientras que Planet Terror es un homenaje, lo que intenta hacer Tarantino en Death Proof es sencillamente reinventar el género. Pero al igual que el episodio de Rodriguez, sigue siendo una película muy despareja.
La verdad es que el comienzo de Death Proof es eternamente aburrido. Pareciera que los engranajes de Tarantino se hubieran oxidado, porque la primer parte - la historia de Mariposa y Jungle Julia - es descomunalmente plomiza. No dicen nada interesante, no hacen nada interesante, no nos interesan en absoluto. Los diálogos son malos y las actuaciones chatas. Por un momento Tarantino parece seguir los mismos pasos de Rodríguez - están obsesionados con su chiste nerd de los carretes perdidos, el negativo rayado, etc -, que se olvidan de hacer las cosas interesantes. Además las actrices son malas; y las cosas cambian recién cuando aparecen Stuntman Mike (Kurt Russell) y Rose McGowan. Si la historia de Mariposa es el McGuffin, está demasiada estirada.

Cuando Russell entra en escena, uno empieza a darse cuenta que la calidad del filme depende del actor que dispara los diálogos. Russell es agradable, carismático, gracioso. Hasta Rose McGowan, en un papel menor, es disfrutable. Y ahí se ve que Tarantino en realidad estaba estirando las cosas hasta este momento - quizás demasiado -. Ahora sí los díalogos suenan a puro Tarantino. En el medio se cruzan personajes del film anterior (Planet Terror), como el sheriff McGraw, que es un habitué en filmes de uno y otro director (como Desde el Crepúsculo al Amanecer y Kill Bill), como un gigantesco universo virtual.
De pronto el film pasa de una inmovilidad absoluta (casi comatosa) a una sobredosis de adrenalina, desde el momento en que Pam y Stuntman Mike se suben al Chevy. Y terminada la escena, la aparición del grupo de chicas (liderada por Zoe Bell, que es una stuntwoman de la vida real y que dobló a Uma Thurman en Kill Bill) le pone mucha actitud a un film que venía mal. La escena en la mesa del bar es casi un calco de Reservoir Dogs. Y pronto nos damos cuenta que las chicas no son mujeres comunes y corrientes. En especial Zoe y Kim, que las une la pasion por la adrenalina en la carretera.


Las referencias pop están a la orden del día. La obsesión por Zoe de conducir el Dodge Challenger 1970 similar al que usaba Barry Newman en Vanishing Point es espectacular. No sólo es uno de los más populares muscle car de la historia del cine, sino que también representa un mito - el auto blanco, un coche para idealistas -. Cuando Stuntman Mike decide atacarlas - a bordo de otro auto mitico, el Dodge Charger, similar al usado en Bullitt y en otros tantos filmes -, es una batalla entre el bien y el mal. Tarantino ha digerido enormes dosis de secuencias automovilísticas del cine - como en Bullitt, no hay música, sólo se escucha el rugido de los motores -, y brinda una de las mejores escenas que haya visto hasta ahora.
El problema de Death Proof es precisamente el final. Hay filmes en que el pasaje de victima a victimario es mejor implementado - sino, vean Deliverance -. Pero acá las chicas, que hasta hace un rato gritaban, pasan a la ofensiva de una manera increíble - ¿la sobrecarga de adrenalina? -. Digamos que hasta acá Tarantino se había ido alejando de satirizar al género y estaba filmando una cinta que se mantenía en sus propios pies, a pura tensión y adrenalina. Pero los últimos cambios de tono suenan algo abruptos y el final es decididamente anticlimático - en lo mejor aparecen directamente los créditos del film -. No es una trama que haya quedado bien redondeada sino parece un guión sin terminar porque a Tarantino se le secó la tinta de la máquina de escribir.
Death Proof me resultó algo más satisfactoria que Planet Terror. Los primeros 40 minutos son mortalmente pesados, después va a mil por hora y termina por estrellarse contra una pared. Como entretenimiento es realmente muy bueno, pero aún para el nivel de delirio que supone el género que homenajea, es inconsistente. Reitero: no pido coherencia, pero si que las ideas se redondeen y que se mantengan cierto ritmo que resulte interesante. El resultado es dispar, pero siempre sigue siendo mejor por encima de la media.

La ciencia de los sueños - Michel Gondry

La ciencia de los sueños ("La Science des rêves)

Mi breve opinión:
Este director generaba para mí gran expectativa, porque su anterior película (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) me fascinó. Vi los avances de La ciencia.. y me sentí feliz, pensando o imaginando lo que sería esta película. En cierto modo, encuentro nuevamente esa forma de describir tan romántica las relaciones, acá inclusive con las imágenes tan logradas. Me gustaron mucho los actores, Gael y Charlotte, igual que su compañero de oficina…eh no recuerdo su nombre. Pero en cierto modo me decepcionó, tal vez esto no signifique que sea de menor calidad a su film anterior, simplemente que la recepción de una obra está siempre conjugada con nuestras propias historias y recuerdos…Y Eterno resplandor se entrelazó de un modo perfecto conmigo, y esta no tanto…De todos modos me gustó mucho, el relato, y lo logrado de “los sueños”. La recomiendo, pero no para todos…sólo para los soñadores, románticos, y aquellos a los que Eterno resplandor les fascinó como a mí.



El director! Una minibiografía:

Michel Gondry tiene un talento polifacético. Fue director de videoclip, de publicidad y de largometrajes antes de ser un solicitado videoartista en Estados Unidos y en Reino Unido. Nacido en 1963 en Versalles, cerca de París, estudió artes aplicadas en la capital, aunque después optó por la música y fue el batería de un grupo de pop-rock a finales de los años ochenta. La cantante islandesa Björk, que por entonces debutaba en el oficio, sucumbió al encanto de su trabajo y le llamó. La colaboración entre ambos dio numerosos temas, antes de que Gondry se lanzara a hacer videoclips para Daft Punk, Lenny Kravitz, los Rolling y muchos otros. En el reducido espacio de moda de Nueva York y de Londres, Gondry se convirtió muy pronto en una referencia. Su estilo único, hecho de experimentos y temas superficiales, de fórmulas infantiles y de películas poéticas y aéreas, le convirtieron en un creador de viodeoclip de rabiosa tendencia. Después de los videoclip se prestó al juego de la publicidad para Levi’s, Air France, Nike y Adidas, y en 2001 apareció Human Nature, su primer largometraje en inglés, una fábula filosófica sobre la condición humana. Más tarde en Eternel Sunshine of the Spotless Mind. Esta increíble historia de amor le valió un premio Oscar al mejor guión. En 2006 llegó la consagración con La Science des rêves una película que resume a la perfección la esencia cinematográfica de Michel Gondry.
----> más sobre su trabajo en videos y forma expresiva en http://www.popchild.com/Covers/video_creators/michael_gondry.html

Argumento: simple, casi diría es una historia de amor, no es la típica historia de amor, sino vista desde el personaje de Gael, que no distingue mucho entre realidad y sueño…y que al parecer se ubica de un modo mas cómodo en ese espacio que en su realidad cotidiana.

Ficha técnica
Dirección y guión: Michel Gondry.
País: Francia.
Año: 2006.
Duración: 105 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Gael García Bernal (Stéphane Miroux), Charlotte Gainsbourg (Stéphanie), Alain Chabat (Guy), Miou Miou (Christine Miroux), Aurélia Petit (Martine), Sacha Bourdo (Serge), Pierre Vaneck (Sr. Pouchet), Emma de Caunes (Zoé), Stéphane Metzger (Sylvain), Alain de Moyencourt (Gerard).
Producción: Georges Bermann.
Música: Jean-Michel Bernard.
Fotografía: Jean-Louis Bompoint.
Montaje: Juliette Welfling.
Diseño de producción: Pierre Pell y Stéphane Rozenbaum.
Vestuario: Florence Fontaine.
Estreno en Francia: 16 Agosto 2006.
Estreno en España: 9 Febrero 2007.


Una crítica copada: Miguel Á. Delgado

Cuando la tecnología digital ha cambiado la forma de hacer y hasta de ver cine, Michel Gondry ha tenido la osadía de beber en las fuentes más tradicionales de la ilusión cinematográfica; tanto es así, que en “La ciencia del sueño” no sólo podemos sentir el eco del extraordinario trabajo de los grandes animadores stop-motion (especialmente los checos), sino que su capacidad de fascinación artesanal nos llevaría, incluso, al mismísimo patriarca Méliès y su concepción del arte del cine como un continuo y subyugante truco de magia.

Porque, con esta cinta, Gondry ha confirmado que es, quizá, el más interesante de los directores “modernos” (una etiqueta irónica que resume a la perfección lo mejor y lo peor de lo firmado tanto por él como por Spike Jonze o Wes Anderson, con la habitual colaboración estelar de Charlie Kaufman) para hallar la entrada a un terreno propio en el que la obsesión por hacer algo diferente deja paso a la capacidad de ofrecer un mundo propio que esté verdaderamente vivo. Ocurrió ya en "¡Olvídate de mí!", y “La ciencia del sueño”, ya sin la firma de Kaufman en el guión, lo confirma.
Desde luego, no se trata de una cinta para todos los públicos, pues exige la entrega del espectador a un juego en el que cualquier parecido con la realidad suele ser pura coincidencia. Pero, a cambio, obtendrá una historia que le devuelve al adjetivo “romántico” su verdadero y real significado, en el que la belleza aparece de repente en el fotograma menos pensado, y en el que la pregunta típica ante la nueva maravilla (“¿cómo lo habrán hecho?”) pierde toda importancia: no nos importa el “cómo” (porque muchas veces, su propia estética artesana lo muestra a las claras), sino que simplemente disfrutamos el maravilloso caballo de trapo que cabalga sobre el teclado, el agua hecha con celofán, los tubos de papel higiénico convertidos en edificios… No importa: esto ES cine, señores, y siempre lo ha sido; lo que pasa es que, de tanto ver rutina adocenada, se nos había olvidado.

Como ocurrió en su anterior película, la historia de amor enrevesada, extrañamente complicada e imposible, logra ser convincente, en gran parte, porque tanto Gael García Bernal como Charlotte Gainsbourg llenan de vida a unos personajes de comportamiento imprevisible. La sonrisa de niña fascinada de ella cuando imagina cómo se puede fabricar una nube, o la mirada de desesperación de él cuando cree que está perdiendo a su vecina, su amor, son como una versión más “francesa” de los interpretados por Jim Carrey y Kate Winslet en "¡Olvídate de mí!". Los secundarios, sobre todo los compañeros de trabajo del personaje de García Bernal, son en este caso, y con la excepción de Alain Chabat, poco más que un coro que ofrece el contrapunto cómico, incluso ordinario, que es marca de la casa y funciona como potenciador del efecto romántico de la cinta.
Lo más curioso, en fin, es que, en su búsqueda insaciable de la modernidad, Gondry ha terminado cayendo en lo más esencial del cine, lo que estuvo ahí desde el principio, y, con su mirada, ha conseguido traérnoslo de vuelta, lleno de vida. “La ciencia del sueño” es más juego que verdadera reflexión (al contrario que la anterior), pero ésta tampoco desaparece del todo: ahí está la conexión, las semejanzas, entre el mundo onírico y el cine, que no deja de ser una especie de sueño puesto en imágenes capaz de crear belleza. No como los trucos baratos del mago novio de la madre del protagonista, que apenas sabe otra cosa que atravesar un mechero con un cigarrillo encendido, pero no crea ni un instante verdaderamente digno de salvar en la memoria.